MELCHOR EN LA RUTA DE LA SEDA

Para llegar a Judea bajo dominio romano, Melchor de Persia – Azerbaiyán y su amplia escolta toman lógicamente la ruta de la seda, pasando por Babilonia y luego siguiendo el Éufrates hasta llegar a las puertas del Imperio romano en Oriente.

Salida de Saveh al sur del mar Caspio. Los grandes teólogos como Efrén el Sirio (siglo IV) así como los viajeros de los siglos XIV y XV coinciden en que los magos persas venían de Azerbaiyán, cerca del mar Caspio. En el tiempo de la natividad, Hecatompylos (actualmente Qumis), al sur del mar Caspio, cerca de la ciudad de Saveh, era una etapa importante en la ruta de la seda que conectaba con la Siria romana. La partida de los magos persas desde Saveh ha sido confirmada por Marco Polo.

Travesía por Babilonia, una dependencia del imperio parto. Babilonia, situada en la Ruta de la Seda, ha sido durante mucho tiempo un lugar destacado para los practicantes de la astrología. Desde hace milenios, esta ciudad ha acogido a eminentes magos, así como a figuras míticas renombradas como Nimrod, Balaam y el profeta Daniel. Los astrónomos de Babilonia ayudaron al mago Melchor y a su séquito a interpretar los antiguos escritos y encontrar la dirección correcta a seguir.

De Babilonia a la Siria romana. Montados en ‘bassours’, suntuosas literas transportadas por camellos, Melchor de Persia – Azerbaiyán y su imponente séquito pasan por Babilonia y siguen el Éufrates hasta Dura-Europos, ciudad fortificada construida a mediados del siglo II a. C. en Siria. La caravana atraviesa sin relieve el desierto sirio, una región árida y rocosa conocida como el Chamiyé. En Raqqa, antigua Calanicos, a las puertas del Imperio Romano, Melchor se separa de algunas de sus tropas.

Melchor deja una parte de su escolta a las puertas del imperio romano. En la época de la Natividad, los partos eran la única potencia competidora capaz de amenazar a Roma en Asia Menor. A pesar de algunas tensiones, los dos imperios lograron acordar las condiciones de una coexistencia pacífica. Según la crónica de Santiago de Edesa (siglo VII), los Magos de Persia, en número de doce, dejaron 7.000 hombres en el Éufrates, para viajar a Jerusalén con una escolta de 1.000 hombres. «Santiago de Edesa admite doce jefes, y para confirmarlo compuso un libro en el que menciona 3.000 jinetes y 5.000 hombres a pie. Habiendo llegado a Ragha (Raqqa), un lugar a orillas del Éufrates, descubrieron que el hambre estaba desolando Judea; para no alarmar más al país, dejaron el grueso de su séquito y entraron sólo 12 en número, con 1.000 jinetes» Miguel Magno, patriarca de la Iglesia siríaca ortodoxa (siglo XII).

Varo, el gobernador de la Siria romana, de quien se dice que concedió a Melchor un pase libre Varus, un hombre de confianza del emperador romano en el siglo I, ejercía una forma de tutela sobre el reino de Judea al final del reinado de Herodes y después de su muerte. El mago Melchor de Persia – Azrbaiyán no podía entrar en Siria, sin un pase, que solo Varus, el gobernador basado en Damasco, tenía el poder de expedir. Esta relación es confirmada por Ionnis Malalas, embajador del Imperio Bizantino en el siglo VI, quien menciona que «…los magos se dirigen a Jerusalén durante el consulado de Varus». Es probable que Varus, quien acumuló una fortuna en Siria, hubiera solicitado una recompensa financiera, a cambio del pase que permitía al Mago Melchor entrar en los territorios bajo dominio romano. «Varus no era indiferente al dinero, como lo demuestra su paso por Siria como gobernador. Al llegar, la región era rica, pero al partir, se había vuelto pobre» Velleio Patérculo, historiador romano (siglo I).